La mitad de las opiniones expertas considera que es un disparate. El agua no escasea como se asegura y no competirá nunca con el valor de los combustibles fósiles. Para la otra mitad, el problema es real y ya lo tenemos encima. En poco tiempo más, sostienen, habrá una falta de agua dulce en grado similar a la de petróleo en el último cuarto del siglo 20.
Como en ese caso o el de otros insumos primarios, cabe prever volatilidad de oferta, choques entre países donde el elemento abunda y el resto del mundo. Eventualmente, surgirá un mercado donde el agua se cotice, así como sucede con los “créditos” tasados en emisiones de carbono.