(por Mónica Sánchez, vía Meteorologiaenred.com) El océano, el hogar muchos animales y seres vegetales. Pocas veces nos paramos a pensar en la influencia que tiene en el clima, a fin de cuentas nuestras vidas están sobre la superficie terrestre. Sin embargo, nuestro planeta está cubierto por un 70% de agua; es decir, que nuestro día a día se concentra en tan sólo un 30%. Además, los océanos contienen casi toda el agua de la Tierra: sobre un 97%. El 3% restante se ubica en los Polos.
En este especial descubriremos por qué es importante el océano para entender el clima, y cómo puede cambiarlo el calentamiento global.
La importancia de los océanos
Los océanos son reguladores térmicos, absorbiendo dióxido de carbono. Como cubren casi la totalidad del planeta, gran cantidad de CO2 es absorbido por sus aguas. Por las noches emiten el calor que absorbieron durante el día, cuando había luz solar; pero no sólo eso, sino que constantemente envían a la atmósfera vapor de agua, formándose así las nubes. Gracias a este ciclo de absorción y emisión la temperatura del planeta se mantiene más o menos estable.
Pero no sólo influye en la temperatura del aire, sino también en la de la tierra hasta cierto punto, incluso aunque esté muy alejado de la costa, debido a las diferentes corrientes oceánicas. En el mundo se distinguen varias, como la Corriente del Golfo o la Corriente Circumpolar Antártica. Tienen un papel muy importante en la regulación del clima y en el ciclo de los nutrientes del agua. De esta manera, todos los animales que viven en el océano disponen del alimento que necesitan para sobrevivir, desde el krill hasta el tiburón blanco.
Las corrientes marinas pueden ser frías, que se originan en las latitudes polares y templadas, o cálidas, que son aquellas que se originan desde los trópicos hasta las latitudes altas. Cuando se juntan varias, se forman los llamados giros que en el hemisferio Norte girarán en el sentido de las agujas del reloj, o al contrario en el Hemisferio Sur.
¿Qué ocurre si el océano se calienta demasiado?
Esto es lo que estamos presenciando actualmente: muchas plantas y animales empiezan a morir, y algunos logran adaptarse. Pero todos tienen muchos problemas. Las algas y el plancton son el sustento de animales tan pequeños como el krill, y éste es comida por peces mucho más grandes como las ballenas y las focas. Así, la cadena trófica está en serio peligro, un peligro que ya está aquí, pues en muchas zonas la población de krill se ha reducido en más de un 80%. El krill se reproduce en aguas frías, cerca del hielo marino. Con el aumento de las temperaturas, cada vez hay menos superficie helada.
Por otra parte, el coral es un animal oceánico muy sensible a los cambios. Tienen una relación simbiótica con unas algas, en las que ambos obtienen beneficios: las algas, al hacer la fotosíntesis obtienen azúcares que comparten con el coral, el cual les proporciona un hogar seguro. Pero cuando el agua está demasiado caliente, las algas simplemente no pueden realizar este proceso vital, por lo que terminan muriendo y, los corales se decoloran, se debilitan y, finalmente, también se marchitan.
Los océanos absorben hasta una cuarta parte del CO2 que emitimos los seres humanos, sin embargo, podríamos estar pagando un alto precio. Los mares son cada vez más ácidos, y para mantener el frágil equilibrio que necesitan los animales y todos los seres que viven en él, debe ser alcalino. Los mejillones o los propios corales son sólo dos que no podrían subsistir en un mar ácido.
Influencia oceánica en el clima
Como decíamos, el océano influye en el clima, ya sea el de la costa o a miles de kilómetros de ella. Gracias a lo que se conoce con el nombre de Corriente Termohalina, en Europa podemos disfrutar de un clima agradable. Sin ella, nos veríamos obligados a llevar ropa de abrigo polar durante los meses de invierno.
Esta corriente recorre todo el planeta, calentándose en el Pacífico y el Índico hasta el Antártico, hasta que se hunde en el Mar de Noruega. En ese momento el agua fría y salada desciende hasta la profundidades, donde se dirigirá a las latitudes cálidas del Índico y del Pacífico donde volverá a emerger y completar así el ciclo.
¿Afecta la sal a las corrientes?
Sí, en efecto. Como sabemos, cuando pedimos un refresco con hielo, éste se queda flotando en la superficie; en cambio, si echamos sal al agua inmediatamente se hundirá. Los polos están hechos de agua dulce, pero cuanto menos hielo haya, el agua del Atlántico Norte será menos salada, y esto podría significar que en Europa viviremos unos inviernos muy fríos. Aún así, los satélites de la NASA están vigilando de cerca la fusión del hielo y las corrientes del océano para tratar de entender mejor este sistema.
Hasta la fecha, sólo hemos descubierto un 5% de los océanos. Debido al calentamiento global, serán muchas las especies que se extinguirán sin que las hayamos visto ni una sola vez, y muchas otras, las cuales nos sirven como alimento, quizás no puedan adaptarse.
El océano hay que protegerlo y cuidarlo, pues de él dependemos todos.
Fuente: artículo de Mónica Sánchez vía Meteorologiaenred.com, reproducido aquí bajo licencia CC BY-NC-SA 2.5 ES. Fotografías por respectiva aparición de Dejan Spasovski y Stefan Klopp, bajo licencias CC BY-NC-ND 2.0, tomadas del repositorio Creative Commons de Flickr.
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