Hace 40 años, a principios de la década de los 70, un colectivo de ecólogos, biólogos y climatólogos se reunió bajo los auspicios del llamado Club de Roma, recopilaron datos sobre el estado de la Tierra y construyeron un sofisticado (para la época) modelo informático llamado World3 y que proyectaba la evolución de las distintas variables hasta 2100.
El resultado de aquella simulación fue un controvertido informe titulado ‘Los límites del crecimiento’ (1972), un documento tachado de alarmista y apocalíptico por muchos, en tanto suponía un torpedo en la línea de flotación del sistema capitalista que regía –y hoy mucho más- los designios de la economía y la sociedad del momento.
Los críticos con el Club de Roma creyeron ver en el auge económico del último cuarto del siglo XX la refutación de los peores augurios del informe: hambrunas, guerras, epidemias, escasez de agua y superpoblación. A fin de cuentas, aducían, ‘Los límites el crecimiento’ fue escrito durante la grave crisis energética de los 70, una década en la que parecía haberse evaporado la magia de la prosperidad infinita en la que parecía flotar Occidente desde el final de la II Guerra Mundial.
Entre quienes enterraron (prematuramente) las conclusiones del Club de Roma estaba el influyente estadístico danés Bjorn Lomborg, autor del clásico ‘El ecologista escéptico’(1998), un cubo de agua gélida –lustros antes del ice buckett challenge- sobre el discurso imperante del ecologismo finisecular. En palabras de Lomborg, ‘Los límites del crecimiento’ descansaba en “el cubo de basura de la historia”.
Pero en esto llegó la gran crisis financiera de 2008, para muchos el primer toque de atención serio sobre los límites de los recursos, especialmente de los combustibles fósiles –petróleo, carbón, gas natural-, genuino combustible de la economía capitalista. A raíz de esta crisis que parece no tener fin (o que nunca tendrá fin, como no se cansa de repetir Antonio Turiel desde su blog Crash Oil) se han vuelto a revisar los pronósticos efectuados por el Club de Roma hace cuatro décadas y, sorpresa, son asombrosamente precisos.
Así lo certifica al menos un estudio llevado a cabo por el doctor Graham Turner, director del Instituto de Sostenibilidad de Melbourne, a petición del diario británico The Guardian. El científico ha utilizado los datos reales de la Unesco, la FAO y el anuario estadístico de la ONU, así como diversas fuentes meteorológicas, para cotejar los escenarios previstos hace 42 años por el Club de Roma.
El estado actual del planeta –explica el periódico- coincide con uno de los escenarios planteados en el libro, el denominado “Business as Usual”, es decir, qué hubiera pasado si los gobiernos del mundo no hubieran tomado ninguna medida para paliar la polución, la superpoblación y la pérdida de hábitats naturales. El siguiente gráfico ilustra a la perfección este punto: las líneas de puntos representan la evolución de la población tal y como pronosticó el Club de Roma y la línea continua la evolución real de la misma hasta la actualidad, 2014.
¿Seguirá la línea continua (real) siguiendo por la trazada por el comité de sabios del MIT? En caso afirmativo, a partir de 2015 se producirá un severo retroceso en la producción industrial y agrícola, que redundará en una caída de la producción de alimentos per cápita. “Los servicios de salud y educación se recortan, lo que provocará el aumento de la tasa de mortalidad a partir de 2020. La población mundial empieza a reducirse a partir de 2030, a un ritmo de 500 millones de personas por década. Las condiciones de vida caen a unos niveles equivalentes a los de principios del siglo XX”.
La crisis financiera global de 2007-8 de la que el mundo aún no se ha recuperado podría ser el aldabonazo de una crisis ecológica y social mucho más seria, advierten los expertos de la Universidad de Melbourne. Concretamente, el llamado “pico del petróleo” podría haberse alcanzado ya, al menos para el petróleo convencional, como reconoce la propia Agencia Internacional de Energía. El combustible más difícil de extraer, como las arenas bituminosas de Canadá o el gas de esquisto, exige unas inversiones cada vez mayores, fuera incluso del alcance de las propias compañías petrolíferas: el declinante índice de retorno energético (TRE) incide inevitablemente en unas mermantes tasas de retorno de la inversión.
Recientemente, un grupo de científicos y políticos de izquierda han lanzado un manifiesto llamado ‘Última llamada’, planteando la necesidad del decrecimiento económico paulatino como alternativa a la implosión del sistema. Como ya sucedió hace cuatro décadas, los proponentes han sido tachados de retrógrados y alarmistas.
‘Los límites del crecimiento’ concluía con la siguiente advertencia:
“Si las actuales tendencias en la población mundial, industrialización, polución, producción alimentaria y agotamiento de los recursos continúa al mismo ritmo, los límites de crecimiento de nuestro planeta se alcanzarán en algún momento de los próximos cien años. El resultado más probable será un declive repentino e incontrolable de la población y de la capacidad industrial”.
Más información en The Guardian. Visto en el grupo Colapso de Facebook.
Fuente: CookingIdeas.es - Imagen de Liz/Populational, bajo licencia Creative Commons
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