Diferentes puntos de vista confluyen hoy en el reconocimiento del aumento de la temperatura media del planeta, fenómeno que se da a conocer como calentamiento global o, para algunos futuristas, cambio climático, dejando entrever con esta última denominación el carácter proyectivo y pesimista del término y la posición en torno al tema. Más allá de las discrepancias que existen en cuanto a la causa principal de este fenómeno, cada día se suman más posturas afines en derredor. Sin embargo, cabría preguntarse si en todas estas subyace el hilo conductor de la concientización u obedecen a otro tipo de intereses que requieren mimetizarse para esconder objetivos no tan transparentes o solidarios. ¿O es acaso una suerte de pescar en río revuelto? O más bien ¿este es el pretexto oportunista para justificar la inercia ante las responsabilidades y la gestión que demandan temas de interés social prioritarios, o la negligencia para actuar ante problemáticas que requieren acción inmediata con el fin de garantizar el bienestar ciudadano a nivel local, regional o global? Este es un escenario variopinto, algo así como una miscelánea de intereses que no se caracterizan precisamente por tener en común como fundamento el convencimiento del problema.
Lo económico entra en juego de una manera determinante. En el trasfondo de todo, el rédito tiende a marcar la pauta, inclusive por encima de la escogencia de las mejores alternativas para paliar los efectos adversos que pueda tener el fenómeno en el bienestar de la sociedad; es decir, el riesgo económico supera al riesgo ambiental. Si la rentabilidad no se garantiza, la inversión no se genera, más allá de que la opción sea significativa en términos de mitigación o adaptabilidad. Esto es cierto a cualquier escala geográfica e independiente del origen de los fondos. Es la razón por la cual las voluntades no se encaminan de manera decidida y armónica hacia el apoyo a alternativas energéticas renovables para masificar su consumo reemplazando otras menos benéficas en términos climáticos y ambientales. Algo que se antoja lógico bajo la óptica capitalista.
Pero el calentamiento global se ha convertido en una oportunidad de negocios y dado el carácter hegemónico del sistema económico y político imperante, su aprovechamiento está garantizado más allá de que los fines perseguidos por algunos actores del “mercado” vayan en contravía con la intención de dar pasos para desacelerar el ritmo de calentamiento y propender por la restitución y conservación ambiental. Aquellos que han sido y son agentes activos para propiciar el aumento de la problemática generando los que según la mayoría de estudios son sus factores desencadenantes, son los mismos que aprovechan el momento para presentarse como adalides de la conciencia ambiental y climática utilizando eslóganes con terminología alusiva a la sostenibilidad. Situación que no sorprende, pues son los dueños de la chequera.
Los esfuerzos de los verdaderamente comprometidos con la causa se ven empañados por una telaraña de desinformación que induce a la población desprevenida y poco informada a tomar medidas erráticas o poco eficientes a la hora de generar un impacto positivo en la estabilización de los niveles de degradación de los sistemas vitales presentes en la naturaleza. Incluso algunos bien informados y con poder de decisión sucumben ante las dadivas y sobornos de esa “mano invisible” que se resiste a dar un viraje significativo acorde a lo que demanda el momento.
El calentamiento global se ha presentado como la tabla de salvación para gobernantes y líderes políticos en todo el orbe. Su ocurrencia ha propiciado la simplificación del discurso; pues ahora, todo es por culpa de dicho fenómeno. Todo se les ha facilitado al amparo de la nueva causa de todos los males. Las inquietudes sobre problemas de ejecución, control y malversación de fondos han encontrado la respuesta clave. La ineptitud y la corrupción han sumado al aliado que buscaban. Poco importa si los datos estadísticos y los análisis de series de tiempo de los elementos del clima no muestran anomalías significativas, si se da una afectación por algún fenómeno aislado de tipo meteorológico característico de la variabilidad natural del clima o si esta ocurre por la incidencia de un fenómeno natural de otra índole. No importa, la causa ya se conoce, la respuesta está servida: todo es culpa del calentamiento global, o mejor aún, del cambio climático.
Son comunes las declaraciones de los representantes de entidades competentes ante cualquier suceso natural adverso dar por hecho, en muchos casos, que la causa es el temido calentamiento del sistema climático sin antes evaluar antecedentes o verificar la naturaleza del fenómeno. Un ejemplo palpable se da en el caso de los deslizamientos de tierra (por lo menos en el caso colombiano), los cuales generalmente se producen porque ha tenido lugar previamente un proceso de deforestación no controlado, ilegal o no planificado que induce al movimiento del suelo por una pendiente de manera progresiva sobre todo cuando es permeado por la caída de la precipitación. Ante esta situación no se requieren cantidades de lluvia superiores a las normales para que dicho terreno en un momento dado pueda sucumbir; basta con que el peso del terreno por efecto de la infiltración y la falta de absorción y sostenimiento que brindan los arboles conspiren para que el evento ocurra. Cabe preguntar ¿será que la causa obedece a efectos del calentamiento global o es producto de la ausencia de controles para evitar una práctica tan nociva como la deforestación?
Algo similar se presenta cuando se permite la ubicación de asentamientos humanos en zonas de riesgo. Estos, por lo general, productos del déficit de planificación urbanística en los gobiernos locales se hacen invisibles o son poco tenidos en cuenta hasta que un día un evento meteorológico anómalo se los recuerda. Entonces, en dicho momento, se acusará al bendito calentamiento ocultando la realidad de una gestión administrativa y ambiental precaria.
Ejemplos de esta situación hay muchos, pero lo más preocupante es cuando son los supuestos entendidos del tema los que se acomodan al discurso del calentamiento en sus interpretaciones y explicaciones sobre las causas e implicaciones de eventos atmosféricos puntuales. Así, el análisis meteorológico pierde profundidad y la consecuencia directa de ello se refleja en la poca certeza de las predicciones.
El calentamiento del clima está siendo palpable con el paso del tiempo, así lo revelan los estudios. Sin embargo, es importante que las decisiones y las acciones producto de estas vayan encaminadas a combatir las causas reales del problema sin ambages y oportunismos.
Nelson Vásquez Castellar
Imágenes de Orbit17.com y de William Teach (wteach), por orden de aparición.
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