El dióxido de carbono (CO2), pese a ser un gas minoritario en la atmósfera terrestre, constituye uno de sus componentes más importantes, siendo fundamental para la realización de la fotosíntesis en las plantas y el producto principal de la respiración de los seres vivos. En las últimas décadas se está registrando un importante aumento en el nivel atmosférico de CO2, al que contribuye la elevada utilización de combustibles fósiles como carbón, petróleo y gas natural. La consecuencia directa ha sido un sobrecalentamiento de la superficie terrestre causado por el llamado efecto invernadero.