(vía BM) La actividad humana está calentando el planeta. Durante el pasado milenio, la oscilación de temperatura media de la Tierra se mantuvo dentro de un intervalo de menos de 0,7°C (representado en verde); en cambio, las emisiones de gases de efecto invernadero de origen humano han provocado un aumento dramático de la temperatura del planeta durante el último siglo (representado en amarillo).
El aumento futuro proyectado durante los próximos 100 años (representado en rojo) debido al crecimiento de las emisiones podría representar un calentamiento del planeta de 5°C con respecto al período preindustrial.
Este calentamiento no se ha registrado nunca en la historia de la humanidad y los efectos físicos resultantes limitarían gravemente el desarrollo. Sólo con medidas inmediatas y ambiciosas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero es posible evitar este calentamiento peligroso.
La evolución de la temperatura del planeta durante los últimos 1.000 años está basada en una serie de estimaciones sustitutivas (como el análisis de los anillos de los árboles o las muestras de testigos de hielo) que definen el margen de la variación de la temperatura a largo plazo.
En el siglo XIX se iniciaron los sistemas modernos de observación del tiempo, lo que ha permitido estimar la temperatura mundial con mayor precisión; los datos termo-métricos relativos a los 150 últimos años documentan un aumento de la temperatura mundial de casi 1°C desde el período preindustrial. Los modelos sobre el cambio climático que estiman el efecto que los diferentes escenarios de emisiones en el futuro pueden tener en el clima de la Tierra prevén un intervalo de posibles temperaturas mundiales para este siglo.
Dichas estimaciones revelan que incluso los esfuerzos más ambiciosos de mitigación pueden dar lugar a un calentamiento de 2°C o más (nivel ya considerado peligroso), y la
mayoría de los modelos prevén que una mitigación menos intensa daría lugar a un calentamiento de 3°C y hasta 5°C y más (aunque con menor certeza en cuanto a estos niveles superiores de calentamiento).
Los tres globos de la cubierta son agregaciones de datos recopilados por satélites durante los meses de verano de 1998 a 2007. Los colores del océano representan la concentración de clorofila, que es un indicador de la distribución mundial de la vida vegetal oceánica (fitoplancton).
El azul oscuro corresponde a zonas con baja concentración de clorofila, mientras que el verde, el amarillo y el rojo indican una concentración progre-sivamente más elevada. Los colores de la tierra indican la vegetación: los blancos, marrones y tostados representan la cubierta vegetal mínima y los verdes, de claro a oscuro, indican una vegetación cada vez más densa.
Los procesos biológicos registrados en la tierra y en los océanos desempeñan un papel clave en la regulación de la temperatura terrestre y del ciclo del carbono, y la información como la presentada en esos mapas mundiales es fundamental para gestionar los limitados recursos naturales en un mundo cada vez más poblado.
Extraído del Informe sobre el Desarrollo Mundial 2010 del Banco Mundial.
Fuentes:
Jones, P. D. y M. E. Mann. 2004. “Climate Over Past Millennia”. Reviews of Geophysics 42(2): doi:10.1029/2003RG000143.
Jones, P. D., D. E. Parker, T. J. Osborn y K. R. Briffa. 2009. “Global and Hemispheric
Temperature Anomalies—Land and Marine Instrumental Records”. En Trends:
A Compendium of Data on Global Change. Carbon Dioxide Information Analysis
Center, Oak Ridge National Laboratory, U.S. Department of Energy, Oak Ridge, TN. doi:
10.3334/CDIAC/cli.002.
IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático). 2007. Climate Change 2007: Synthesis Report. Contribution of Working Groups I, II and III to the Fourth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change. Ginebra: IPCC.
Imagen 1, de galería de Seryo en Flickr (cc). Imagen 2 de la web del noticias del Banco Mundial
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