En torno a la cuestión energética existen tres opciones:
1. La opción del complejo industrial-militar y petrolero USA. Defiende el mantenimiento del poder a través del petróleo y combustibles fósiles, por lo que hay que controlar los países que disponen de yacimientos a través del aparato militar. Para ello el desarrollo de las energías renovables se permitirá siempre que sea una alternativa residual y no ponga en peligro la supremacía de la oligarquía petrolera.
Artículo de Fernando Bernal publicado originálmente en "Red Economía Crítica"
Esta opción les permite mantener el sistema productivo del complejo industrial-militar, controlar estratégicamente a la Unión Europea y a China, posibles competidores futuros que carecen de suficientes fuentes propias, tensionarlo y enfrentarlo con China garantizándose el futuro flujo de fondos financieros, y la supervivencia de la oligarquía petrolera USA.
2. La opción del dinero especulativo de Wall Street.
La opción del denominado capital financiero internacional la defienden los hombres de Goldman Sachs: Al Gore y Stern, a los que se le han unido representantes de la UE y China, con la campaña mediática sobre la amenaza del cambio climático provocado por las emisiones de CO2. Defienden una propuesta que relegue al petróleo y demás fuentes fósiles y se apoye en la recuperación de la energía nuclear. El objetivo esencial es garantizar la estabilidad financiera internacional, para lo que hay que impedir la extensión de los conflictos bélicos en zonas productoras de petróleo; para la UE supone la posibilidad de retomar las inversiones en centrales nucleares donde disponen de claras ventajas competitivas, además de avanzar en mayor independencia energética. La situación de China es similar a la europea posibilitándole el desbloqueo de inversiones en centrales nucleares. También hablan de potenciar las energías renovables pero con modelos centralizados que le permitan controlar la producción y, sobretodo, la comercialización.
3. La opción coherentemente ecológica de la humanidad.
La opción que garantiza el futuro de la humanidad es el desarrollo intensivo y coherente de las energías renovables, fundamentalmente fotovoltaica y eólica. Esta opción supone una multitud de iniciativas y de productores de energías con un programa de gestión descentralizada que permita la incorporación de forma controlada a la red eléctrica. Este modelo que requiere mucha menos inversión y que tecnológicamente ya es posible, permitiría la formación de "islas" energéticas independientes para el desarrollo de zonas aisladas que carecen actualmente de conexiones, solucionando el problema energético no sólo en países desarrollados sino también en zonas atrasadas. De hecho el laboratorio espacial internacional funciona así. Como dice Jeremy Rifkin "permitiría una tercera revolución industrial y debería tener un efecto económico multiplicador tan fuerte en el siglo XXI como la introducción de las tecnologías del carbón y el vapor en el siglo XIX, y el petróleo y el motor de combustión interna en el siglo XX".
Esta opción permite concentrar tras ella a la inmensa mayoría de la humanidad, dado que es la única solución real para las amenazas del cambio climático, permite el desarrollo de todo el potencial creativo y liberalizador de las NTIC, las nuevas fuerzas productivas, permite cerrar la brecha Norte-Sur con un desarrollo de los pueblos sin confrontación, y, al impedir la inestabilidad financiera internacional, permite atraer a sectores capitalistas no vinculados directamente al complejo industrial-militar y petrolero USA.
Jeremy Rifkin plantea cinco puntos:
* Maximizar el ahorro de energía en el consumo de combustibles fósiles.
* Reducir las emisiones de gases que provocan el calentamiento global.
* Optimizar la introducción comercial de energías renovables.
* Introducir pilas de combustibles de hidrógeno para almacenar energía renovable.
* Crear redes inteligentes interconectando los continentes para distribuir la energía.
J. Craig Venter, médico e investigador genético norteamericano que descodificó el genoma humano en el año 2000, ha dirigido un equipo interdisciplinario durante 2005 y 2006 financiado por el Ministerio de Energía de EE. UU., con el objeto de descodificar los genes de los microorganismos de los océanos y comprender la química de su estrategia de supervivencia. Es decir, encontrar productores de energías alternativas biológicas y ponerlas en funcionamiento. Los primeros resultados fueron asombrosos: solo en el viaje de prueba en 2002 en el mar de los Sargazos, en las seis primeras muestras se encontraron 1,2 millones de genes nuevos, de los que 782 son genes fotorreceptores que permiten a los microorganismos abastecerse de energía solar y 50.000 genes nuevos para el procesamiento del hidrógeno resultante de la biofotolisis producida en el interior del microorganismo.
En 2006 el grupo español Acciona firmó un contrato con el equipo de bioingeniería de la Universidad de Los Ángeles de California (UCLA), en el que compromete la UCLA a desarrollar en dos años un prototipo de placa solar flexible sobre la base de proteínas que reproducen procesos naturales como la fotosíntesis (la biofotolisis) que transforma la luz solar en procesos químicos con mayor rendimiento que las actuales placas de silicio.
Según su director Carlo Montemagno la tecnología para que las proteínas capturen la luz solar y la transformen en electrones (electricidad) está plenamente desarrollada.
Siemens tiene desarrollado un sistema de gestión descentralizada de energías renovables, que permitiría la incorporación de millones de pequeños productores de energías limpias a la red, pero que imposibilitaría a las grandes el control de la producción y, aún más importante el control de su distribución.
Existen las soluciones tecnológicas pero no se ponen a disposición de la humanidad bajo el sacrosanto derecho de propiedad intelectual. ¿Puede existir mayor genocidio que mantener oculta la solución tecnológica para el cambio climático y el desarrollo sostenible de la humanidad? La humanidad entera debe clamar exigiendo la publicación abierta y libre de la investigación y resultados de J. Craig Venter.
Fuente: www.socialdemocracia.org (cc)
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