El cambio de las pautas de la precipitaciones ya está afectando los abastecimientos de agua.
Cada vez caen más lluvias torrenciales y nieves intensas en las latitudes medias y elevadas del Hemisferio Norte, al mismo tiempo que las lluvias han disminuido en las zonas tropicales y subtropicales en ambos he-misferios. En extensas partes de Europa oriental, Rusia occidental, Canadá central y California, las corrientes de agua máximas se han desplazado de la primavera al invierno, en la medida en que las precipitaciones caen más en forma de lluvia que de nieve, y el agua alcanza los ríos más rápidamente. Mientras tanto, en las grandes cuencas africanas del Níger, el Lago Chad y el Senegal el agua total disponible ha disminuido de un 40 a 60%.
El cambio climático ha de provocar más precipitaciones, pero también mayor evaporación.
En general, esta aceleración del ciclo hidrológico ha de dar como resultado un mundo más húmedo. La cuestión es determinar en qué medida esta humedad ha de finalizar cuando sea necesario.
Las precipitaciones probablemente aumentarán en algunas zonas y disminuirán en otras.
La realización de predicciones regionales se complica por la extrema complejidad del ciclo hidrológico; un cambio en las precipitaciones puede afectar la humedad de la superficie, la reflectividad y la vegetación, que luego han de tener repercusiones en la evapotranspiración y la formación de nubes, lo que a su vez afecta a las precipitaciones. Además, el sistema hidrológico responde no sólo a los cambios en el clima y las precipitacio-nes, si no también a las actividades humanas como la deforestación, la urbanización y la utilización excesiva de los abastecimientos de agua.
El cambio de las pautas de precipitaciones ha de afectar la cantidad de agua que se capta.
Muchos modelos climáticos indican que los aguaceros en general se vuelven más intensos. Esto ha de incre-mentar las escorrentías y e inundaciones y reducir al mismo tiempo la capacidad del agua para infiltrarse en el suelo. El cambio en las pautas estacionales puede afectar la distribución regional de los suministros de agua subterránea y superficial. En el plano local, la vegetación y las propiedades físicas de las zonas de captación influirán aún más en la cantidad de agua que se retenga.
Cuanto más seco sea el clima, más sensible es la hidrología local.
En los climas secos, cambios relativamente pequeños de la temperatura y las precipitaciones pueden causar cambios relativamente grandes en las escorrentías. Por consiguiente, las regiones áridas y semiáridas serán particularmente sensibles a la disminución de las lluvias y a la mayor evaporación y transpiración de las plantas. Muchos modelos climáticos proyectan una reducción de las precipitaciones en las regiones ya secas de Asia central, el Mediterráneo, África meridional y Australia.
En las regiones de latitudes elevadas puede haber más escorrentías debido a las mayores precipitaciones.
Las escorrentías también se verán afectadas por la reducción de las nevadas, la nieve profunda y el hielo de glaciales, particularmente en primavera y verano, cuando se utilizan tradicionalmente para el suministro de hidroelectricidad y la agricultura. Todos los modelos de cambio climático muestran una mayor humedad del suelo en invierno en las latitudes elevadas septentrionales. La mayoría de los modelos producen menos humedad del suelo en verano en las latitudes medias septentrionales, incluidas las zonas importantes de producción de cereales; estas proyecciones son más coherentes para Europa que para América del Norte.
Los efectos en los trópicos son más difíciles de predecir.
Diferentes modelos climáticos producen resultados diferentes para la futura intensidad y distribución de las lluvias tropicales. Sin embargo, se prevé que en África meridional aumenten las precipitaciones de junio a agosto, mientras que en América Central se esperan menos lluvias durante esos meses.
Las nuevas pautas de escorrentías y evaporación han de afectar los ecosistemas naturales.
Los ecosistemas de agua dulce responderán a las alteraciones de los regímenes de inundaciones y niveles del agua. Los cambios en la temperatura del agua y la estructura térmica de las aguas dulces podrían afectar la supervivencia y el crecimiento de determinados organismos, y la diversidad y productividad de los ecosistemas. Los cambios en las escorrentías, las corrientes de aguas subterráneas y las precipitaciones directamente sobre los lagos y arroyos afectarían los nutrientes y el oxígeno disuelto, y por consiguiente la calidad y claridad del agua.
Los embalses y depósitos también resultarían afectados.
El almacenamiento de agua artificial podría disminuir en la me-dida en que las lluvias extremas y deslizamientos de terreno estimulan la sedimentación y, de esta manera, reducen la capacidad de depósito. Un aumento en las lluvias extremas e inundaciones también llevaría a que se pierda más agua en forma de escorrentías. A largo plazo, esto también afectaría los acuíferos. Los cambios en la cantidad y frecuencia de las precipitaciones también podrían influir en la calidad del agua.
La elevación de los mares podría invadir las fuentes costeras de agua dulce.
Los acuíferos costeros de agua dulce podrían quedar contaminados por una intrusión salina en la medida en que se eleva el agua subterránea salada. El movimiento de los estuarios situados al frente del agua salada afectaría a las centrales de bombeo de agua dulce ríoarriba, las pesquerías en las aguas mezcladas y la agricultura.
Un menor abastecimiento de agua crearía una tensión adicional para las poblaciones, la agricultura y el medio ambiente.
Ya unos 1.700 millones de personas, es decir la tercera parte de la población mundial, vive en países en que los recursos hídricos están sujetos a tensión, cifra que debería ascender a 5.000 millones para 2025. El cambio ha de exacerbar las tensiones causadas por la contaminación, el crecimiento de la población y las economías. Las regiones más vulnerables son las regiones áridas y semiáridas, algunas costas bajas, los delta y las pequeñas islas.
Podrían aumentar las tensiones debido a la presión adicional.
Los vínculos entre el cambio climático, la disponibilidad de agua, la producción de alimentos, el crecimiento de la población y el crecimiento económico son muchos y complejos. Sin embargo, es probable que el cambio climático agrave las tensiones económicas y políticas, particularmente en las regiones afectadas por la escasez de recursos hídricos. Una serie de importantes sistemas hídricos están compartidos por uno o más países, y en muchos casos ello ha sido fuente de conflictos internacionales.
Una mejor gestión de los recursos hídricos podría contribuir a reducir la vulnerabilidad.
Es preciso desarrollar nuevos abastecimientos y utilizar más eficientemente los actuales. Las estrategias a largo plazo para el suministro y la gestión de la de-manda podrían incluir reglamentaciones y tecnologías para controlar directamente la utilización de la tierra y el agua, e incentivos e impuestos que afectan indirectamente los comportamientos, la construcción de nuevos depósitos y tuberías para impulsar los suministros, mejoras en las operaciones e instituciones de gestión del agua, y el estímulo de soluciones locales o tradicionales. Entre otras medidas de adaptación podrían mencionarse proteger la vegetación al lado del agua, restablecer los canales fluviales a su forma natural y reducir la contaminación del agua.
Fuente: Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Secretaría sobre el Cambio Climático (UNFCCC).
Comentarios
recursos hídricos y C.C.G.
Se debe trabajar directamente con los municipios y comunas donde se genera el suminstro de agua potable a las poblaciones. Y el conflicto con el impacto del C.C.G. Allí se debe extremar el cuidado de la fuente actual y sus cambios y condicionamientos debido al C.C.G. Aplicar modelos conceptuales y de simulación, en el lugar para que sea más exacta su evaluación en el terreno. Implica cambios de locaciónes,de profundidades, de alternativas,etc
Licenciado JORGE CARLOS PFLÜGER