Estadísticas
.Los cinco años más calurosos que se han registrado desde 1860, cuando comenzaron a realizarse mediciones fiables, han tenido lugar en los últimos diez años.
.Los científicos prevén que la temperatura global podría subir entre 1,4 y 5,8°C a lo largo de este siglo, y entre 2 y 6,3°C en Europa. Es posible que esta diferencia no parezca alarmante, pero durante la última Edad de Hielo, hace más de 11.500 años, la temperatura global era de solamente 5ºC menos que en la actualidad, ¡y fue cuando una gruesa capa de hielo cubría la mayor parte de Europa!
.Cada europeo es responsable de 11 toneladas de emisiones anuales de gases de efecto invernadero, de las cuales 9 toneladas son de CO2.
.En la UE, una tercera parte de la energía se consume en los hogares, que son los responsables del 20% de las emisiones de gases invernadero. De esa energía, el 70% se emplea en calefacción, el 14% en agua caliente y el 12% en luz y electricidad.
.Los coches
privados son los responsables del 10% de las emisiones de gases invernadero en la UE.
Europa alberga solamente un 7% de la población mundial, pero consume el 20% de los recursos naturales del ecosistema mundial en lo que se refiere a fibras, alimentos, energía y almacenamiento de basuras.
El impacto del cambio climático
Las temperaturas aumentan. Durante el siglo pasado, la temperatura media global subió aproximadamente 0,6°C y casi 1°C en Europa. Este calentamiento provocado por el hombre está teniendo muchos efectos apreciables en todo el planeta.
Se están fundiendo los casquetes polares. En las últimas décadas, el área helada del Océano Glacial Ártico, en el Polo Norte, se ha reducido un 10%, mientras que el grosor de la capa de hielo se ha reducido en un 40%. Los datos obtenidos por los satélites canadienses y europeos muestran que el hielo de Groenlandia se está derritiendo y se trasvasa al océano a un ritmo cada vez más rápido. En 1996 esta cantidad de agua alcanzó los 90 kilómetros cúbicos, mientras que en 2005 ascendió a 220.Para entender estas cifras, basta saber que un kilómetro cúbico de agua es un 58% más de lo que consume toda la ciudad de Londres en un año. En el otro polo del planeta, la capa de hielo que cubre el continente antártico se ha vuelto inestable.
Desaparecen los glaciares. Se calcula que nueve de cada diez glaciares en todo el mundo se están derritiendo. Se estima que el 75% de los glaciares de los Alpes suizos haya desaparecido en 2050.
Aumenta el nivel del mar. En el último siglo, el nivel del mar ha aumentado entre 10 y 25 cm, y se prevé que aumente hasta más de 88 cm para el año 2100. En Europa, corren peligro 70 millones de habitantes que viven en las costas. El agua del mar puede penetrar en tierra y salar tanto el suelo como los acuíferos. La revista Science publicó en marzo de 2006 un estudio que indicaba que para 2100 el nivel del mar podría subir hasta seis metros.
Pérdida de biodiversidad. Muchas especies de animales y plantas no podrán adaptarse a los cambios de temperatura. Especies como los osos polares, focas, morsas y pingüinos son especialmente vulnerables. En septiembre de 2005, la extensión del Océano Glacial Ártico había alcanzado su cota más baja, perdiendo más de 250 kilómetros en el norte de Alaska. Muchos osos polares se ahogaron o murieron de hambre, al no poder recorrer grandes distancias para obtener su fuente de alimentación.
En el Antártico, las focas crían menos porque las hembras están desnutridas ya que las temperaturas cálidas del mar han reducido las poblaciones de camarón antártico, la base de la cadena de alimentación de las focas.
Los científicos también han observado que muchas especies están emigrando fuera de sus ámbitos históricos hacia climas más frescos. Por ejemplo, 36 especies de peces controlados en el Mar del Norte (que se ha calentado 1,1ºC en los últimos 30 años) se han desplazado entre 50 y 400 kilómetros al norte, y 16 especies de mariposas españolas han ascendido 212 metros en las montañas.
La producción de alimentos está en peligro. Algunas partes de Europa, concretamente del centro y del norte, pueden beneficiarse del aumento de la temperatura y del aumento de las concentraciones de CO2. En Europa, la temporada de cultivo de las plantas se ha alargado diez días desde 1960 y la productividad de las plantas ha aumentado un 12% en ese período.
No obstante, la creciente escasez de agua y las excesivas temperaturas en el sur de Europa sirven de contrapeso a esta tendencia. Durante la ola de calor de 2003, muchos países del sur de Europa sufrieron una caída de la producción de hasta el 30%. Las predicciones globales también calculan incrementos de la producción agrícola en la UE (y en EE.UU.) solamente con un aumento máximo de la temperatura de 2ºC, pero una reducción de la producción si la temperatura sube más.
En las zonas tropicales y subtropicales, ya se prevé que el daño en la agricultura como consecuencia del calor se producirá cuando la temperatura suba 1,7°C.
Una temperatura media más alta podría dejar a millones de personas en peligro de hambruna. Un estudio realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) prevé la pérdida del 11% de la tierra de cultivo en los países desarrollados para 2080, con la consiguiente reducción en la producción de cereales.
Se extiende la escasez de agua. El agua ya escasea en muchas regiones del mundo. Casi una quinta parte de la población mundial, 1200 millones de personas, no tiene acceso al agua potable. Si la temperatura global sube entre 2 y 2,5ºC por encima de los niveles preindustriales, esta cifra podría duplicarse con facilidad.
Las condiciones meteorológicas extremas - tormentas, inundaciones, sequías y olas de calor - se suceden con más frecuencia. Durante la última década, se han triplicado en el mundo las catástrofes naturales debidas al clima con respecto a la década de los 60, y en 2005 se produjo un récord de huracanes: 15, tres más que en el último registro, establecido en 1969. El huracán Katrina fue sin duda el más trágico y costoso de todos ellos, ya que provocó 1.300 muertes y unos daños materiales valorados en 80.000 millones de dólares aproximadamente. Los últimos estudios sugieren que hay un vínculo entre la intensidad del huracán y el cambio climático.
A partir de 2070, Europa podría padecer cada dos años una ola de calor como la de 2003. La ola de calor del verano de 2003 produjo en Europa 20.000 muertes prematuras, hubo incendios forestales a gran escala y la agricultura sufrió pérdidas por un valor de 10.000 millones de euros. La Organización Mundial de la Salud (OMS) está preocupada porque la cifra anual de muertos como consecuencia de las olas de calor podría multiplicarse antes de 2050 debido al cambio climático.
Sufre la economía. Evidentemente, el aumento de la frecuencia de estos episodios por unas condiciones meteorológicas extremas tiene repercusiones económicas de gran alcance.
Un informe publicado en junio de 2005 por la Asociación de Compañías Aseguradoras británicas llamó la atención sobre el probable aumento de los costes derivados de las inundaciones debidas al cambio climático, que ascenderían, solamente en Europa, a más de 140.000 millones de dólares más al año para 2080. Como consecuencia de unas condiciones meteorológicas extremas cada vez más frecuentes, el precio de las pólizas de seguros subirá y las consiguientes respuestas de la política a las tensiones de la atención sanitaria y la agricultura alterarán aún más la situación socioeconómica en todo el mundo.
Por encima de todo esto, el cambio climático podría afectar al funcionamiento de los ecosistemas que suministran a nuestras economías importantes servicios y materias primas.
Propagación de las enfermedades. El cambio climático aumenta la probabilidad de que las enfermedades tropicales, como la malaria y el dengue, se extiendan a nuevas regiones, ya que las condiciones climáticas apropiadas para los mosquitos que transportan la malaria se desplazan hacia el norte. Se prevé que un aumento de 2°C pondrá en peligro a 210 millones de personas, que correrán el riesgo de padecer malaria, con un aumento epidémico potencial del 30-50% en el caso del dengue.
Las sociedades se verán obligadas a resolver la escasez de agua y alimentos, y posiblemente los conflictos y la migración. Las consecuencias de la escasez de agua y alimentos en algunas regiones del mundo, así como el impacto negativo de los episodios climáticos extremos, pueden traer consigo migraciones y conflictos por el reparto de los recursos, cada vez más limitados. Esto daría lugar a tensiones en todo el mundo.
Pueden ocurrir catástrofes. Los científicos estudian las diferentes posibilidades de los peores casos, como un aumento del nivel del mar de 7 metros si se derrite la capa de hielo de Groenlandia, o el corte de la circulación termohalina del océano que transporta las aguas calientes desde el ecuador hacia el norte y las aguas frías de la región polar hacia el sur. Parte de esta circulación es la Corriente del Golfo, que garantiza que las temperaturas en el norte de Europa sean cálidas. Si la circulación se detiene, el resultado sería que el clima sería mucho más frío en el norte de Europa.
Fuente: "Europa", portal de la Comisión Europea.
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