por Gioser Soman
Miro la fecha y miro el reloj. Asomo la mirada a la ventana de mi habitación y veo un día semi soleado. No hace frio. Estamos en enero y no hace frio. No parece invierno.
La sensación personal que me invade, sin embargo, es de profundo escalofrio, porque el cambio climático ya es un hecho palpable, que todos podemos notar delante de la puerta de nuestra propia casa y probablemente, como cada vez más en las últimas fechas se está diciendo, irreversible.
No todo es el tabaco, señores!
Será una macabra selección natural que cada año se cobrará más victimas y ese temor al envejecimiento de la población, que no teman. A este paso y por culpa de esta insensatez que ha derivado en el cambio climático, muchos de nuestros mayores serán presa fácil de las oleadas de calor y cada vez serán más terroríficas. Salir de casa en horas de máxima insolación, para multitud, será una ruleta rusa con demasiadas balas en el tambor del revolver.
¿Saben?, vivo en primera línea de mar y siempre he tenido una pesadilla repetitiva: La de verme nadando en medio del mar y mirando hacia donde antes había mi costa, mi barrio, mi hogar y solo ver agua y unos edificios a duras penas sobresaliendo de ella. Era una pesadilla que me hacia despertar realmente alterado.
Con lo que está sucediendo me temo que esto será una realidad mucho más temprana de lo que muchos piensan.
Por fin el hombre ha encontrado una vía segura para autodestruirse.
Lo más doloroso es que los verdaderos culpables de toda esta tragedia a escala planetaria serán los ultimos en caer en el peor de los casos, Antes, nos ahogaremos, nos quemaremos y nos sepultaremos nosotros y ello serán espectadores privilegiados de su gran obra. Nosotros, la chusma del planeta los macabros actores involuntarios. Los que preferimos, como siempre, mirar hacia otro lado cuando tal vez estuvimos a tiempo de algo más.
Pero no son tiempos de revolución autentica. Ya no.
Es lo de siempre: el ser humano es capaz de lo mejor pero sobre todo de lo peor. Es el animal que ha condenado a miles de especies a su desaparición. Es la sobervia del hombre.
Por lo tanto, creo que tenemos lo que nos merecemos.
Sigamos mirando por la ventana, entre indiferentes e inquietos, como si ya fuera una primavera en pleno invierno. Como si el Armageddon no viniese del espacio profundo, sino de nuestra condición de exterminadores.
Ha llegado el momento de aceptar que hemos capitulado nuestro mundo, nuestro propio hogar, gracias a la ambición, la vanidad y la resignación.
Enhorabuena a todos.
Fuente: declaindecentes.blogcindario.com (cc)
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