Ciudades submarinas

Carlos Navarro (Reportaje RD).-

ciudad bajo las aguasBajo las aguas pantanosas hay coches volcados y la ciudad de las Artes y las Ciencias comienza a deteriorarse por el oleaje. Sobresalen las copas de algunos árboles todavía en pie. Estamos en el año 2100. Como en la romántica Venecia, los más nostálgicos pueden dar un paseo en barca por la calle Colón o el barrio del Carmen. Los diques de contención no se construyeron a tiempo, por lo que la gente hace años que emigró de ciudades como Valencia o Barcelona. El nivel del mar ha subido seis metros en el último siglo a causa del cambio climático y la mayoría de las poblaciones costeras ha desaparecido.

”Los cambios llegarán lentamente” apunta el ingeniero físico y experto en medio ambiente Julio Bellver. ”No serán de un día para otro sino de década en década hasta que las infraestructuras de comunicación y urbanismo de las zonas costeras y las playas comiencen a desaparecer”. Todo apunta hacia tales cambios, ya no son advertencias apocalípticas, sino previsiones. En los Países Bajos ya han construido muros para paliar este problema y en Venecia se están levantando diques gigantescos para evitar que la ciudad quede sumergida.

Los resultados hallados por los climatólogos de la Universidad de Arizona y del Centro Nacional de Investigación Atmosférica en Colorado, Jonathan Overpeck y Bette Otto-Bliesner, explican cómo en el año 2100 la temperatura de la tierra será la misma de hace 130.000 años, durante el último período interglaciar. No dudan en afirmar que el nivel del mar alcanzará el de entonces, seis metros más alto que el que hoy tenemos.

El origen de las preocupaciones viene de Groenlandia, pues se derrite a un ritmo de 227.000 millones de litros netos al año según el último informe de la NASA. Todo son elucubraciones, pero lo cierto es que una multitud de icebergs se desprende continuamente en el glaciar de Kangerdludduaq, al este de Groenlandia. Los pedazos de hielo que se caen del glaciar tienen a veces hasta 500 metros de hielo por debajo del nivel del mar, y llegan casi al fondo de los fiordos de la zona, que tienen una profundidad de entre 700 y 800 metros. Y no es el único: decenas de glaciares también se están despedazando en otras zonas de Groenlandia. Antonio Ruiz, catedrático de Física de la Universidad de Alcalá de Henares cree que cuando los icebergs se derriten añaden gran cantidad de agua dulce al mar que se mantiene encima del agua salada. Y esto es lo que provoca la subida del nivel del mar.

“Si se funde Groenlandia, el mar subirá más de seis metros, y si no hacemos algo eso pasará antes del final de siglo” sentencia Johnathan Overpeck. Asegura, además, que “el proceso será irreversible en algún momento de la segunda mitad del siglo XXI”.

Veamos la tierra como una enorme cama cubierta por una fina sábana. A través de la sábana el calor entra y sale sin dificultad. Pero imaginemos una manta que permitiera entrar el calor, pero no que saliese. Si la colocáramos encima de nuestro cuerpo, estaríamos en una cama invernadero, y si lo que nos calienta es el sol, nos asfixiaríamos en cuestión de minutos. Algunos gases que el hombre emite a la atmósfera como el dióxido de carbono provocan esta manta terrestre.

El efecto invernadero no es más que esa retención de calor sobre la superficie del planeta. Según el IPCC, el informe sobre medioambiente más importante para la comunidad científica, la concentración actual de este gas es la más alta de los últimos 20 millones de años, y un tercio más alta que en 1750, época en que comenzó la revolución industrial. La predicción del informe da un aumento de la temperatura de entre 1 y 3 grados para el año 2100 de media en la tierra. En algunas zonas puede llegar a 8 grados.

El cambio climático es el hijo mayor del efecto invernadero. El clima, el sistema que permite la vida y es capaz de autorregularse, ha fluctuado a lo largo de la historia por períodos pues aunque parezca algo inmutable, la actividad volcánica, los diversos ecosistemas o los tipos de vegetación le afectan. Sin embargo, a comienzos de siglo se quemaron grandes masas de vegetación para las tierras de cultivo, se hizo un uso masivo de combustibles fósiles como el petróleo y el carbón para obtener energía. Todo esto ha puesto al hombre en el punto de mira de este cambio climático.

A los científicos les encanta hacer predicciones, calcular qué nos pasará dentro de 50, 100 o miles de años, y con esto todos hacen sus apuestas. Los más optimistas o cautos opinan que la influencia del hombre en estos cambios es mínima, y que de todas formas la naturaleza es capaz de autorregularse. Es la visión de Esteban López Baeza, profesor de biología en la Universidad de Valencia e investigador del cambio climático, pues considera que el medio ambiente se reajusta según las condiciones a las que esté sometido para mantener un equilibrio. Para Esteban López otros elementos como los volcanes influyen en mayor medida en el cambio climático que el hombre. “El hecho de que haya una erupción afecta al clima porque el volcán expulsa cantidades inmensas de partículas a la atmósfera, éstas la cubren y la dinámica lo distribuye por todo el globo impidiendo el paso de la energía solar”.

En lo que todos coinciden es que los fenómenos extremos que antes se producían cada medio siglo, ahora se producen cada muy pocos años. Olas de calor, sequías prolongadas en diversas partes del Gran Cuerno de África, Europa, Asia, Australia y Brasil durante 2005, el tamaño del agujero de ozono antártico que fue el tercero más grande de los registrados y el mayor, en el Ártico, el tsunami que provocó la muerte de 225.000 personas en once países ribereños del océano Indico son algunas manifestaciones de estos fenómenos. Así, por ejemplo, el presidente de la Fundación Centro de Estudios Ambientales Millán Millán explica uno de estos hechos como consecuencia de los cambios en el clima: “la falta de tormentas de verano en la cuenca del mediterráneo y la acumulación de vapor de agua como gas de efecto invernadero de este mar provocará graves inundaciones en centroeuropa”.

Justo cuando Kioto cumple un año desde que 141 países se comprometieran para reducir en un 5,6% la emisión de gases que provocan el efecto invernadero, parece que no hemos hecho los deberes. Este compromiso es el mayor intento por evitar algo que nosotros hemos provocado, pero hasta ahora sólo han sido buenas palabras. ¿Hará falta ver nuestras ciudades devoradas por el mar para darse cuenta de que la energía solar no es una opción, sino una necesidad?

La alarma de los científicos ha llegado a oídos de El Ministerio de Medio Ambiente, que ya establece la subida del nivel del mar como el mayor problema que sufrirán las zonas costeras españolas. Sus previsiones para las próximas décadas son de un aumento de entre 10 centímetros hasta un metro. Sevilla está a siete metros sobre el nivel del mar, la urbanizaciones costeras a dos. Un alto número de playas sobre todo en el Cantábrico, las vegas onubenses y sevillanas, Doñana, la huerta valenciana, el Delta del Ebro, Llobregat o la Manga del Mar Menor simplemente desaparecerían.

Además los ciudadanos no exigimos nada a nuestros gobiernos, algo que para Antonio Ruiz es fundamental. “En España y en La Comunidad Valenciana las emisiones han aumentado en un 50% sobre lo que se emitía en 1990, cuando lo autorizado era un 15%. Está en manos de la gente exigir la reducción de emisión de dióxido de carbono”. Como la mayoría de expertos en medio ambiente, confía en Kioto para que las peores predicciones no se cumplan a mitad de este siglo.

Parte de la solución reside en Kioto, en la sustitución de la energía del carbón y petróleo por energía solar, la gasolina por hidrógeno extraído del agua y utilizado como combustible en coches y camiones, así como el uso generalizado de otras energías limpias. Si queremos conservar la tierra tal y como nos la encontramos hace miles de años y que esa manta que ya empieza a asfixiarnos desaparezca, deberemos implicarnos, e implicar a las autoridades.

Pero... ¿estamos dispuestos?

Fuente:  Carlos Navarro (Reportaje RD) www.reporterodigital.com

Temas relacionados: 

Comenta en Facebook