- Filipinas obtiene el 27% de su electricidad.
- En Europa destacan Islandia y Alemania.
- El líquido suministraría calefacción y agua caliente
Nada parece más inútil que una mina de carbón abandonada, algo muy de lamentar en regiones plagadas de pozos cerrados. Pese a ello, no dejan de urdirse planes para sacarles algún provecho, desde transformarlas en museos mineros, monumentos de arqueología industrial o en sumideros de CO2. Y ahora nos llega una original propuesta de dos ingenieros asturianos: reconvertirlas en fuentes de energía geotérmica.
La geotermia se halla en alza en todo el mundo. Filipinas ya obtiene el 27% de su electricidad por esa vía. En Europa destacan Islandia, cuyos géiseres producen más de 500 MW de electricidad al año, y Alemania, que genera 100 MW anuales de calor. En total, contribuye al 2,28% de la producción global de electricidad. España, en cambio, se encuentra muy atrás en la cola: aunque su potencial geotérmico se cifra en 600 Ktep anuales (equivalentes a 600.000 toneladas de petróleo), de acuerdo a las estimaciones del Instituto Geológico y Minero, su explotación apenas alcanza los 7,7 Ktep.
Esa ínfima cifra podría corregirse al alza de llegar a buen puerto el proyecto pergeñado por Rafael Rodríguez y María Berlamina Díaz, de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas de la Universidad de Oviedo. La energía geotérmica fluye de modo natural desde las entrañas de la Tierra, y se manifiesta a través de géiseres, volcanes, aguas termales, fumarolas, etcétera. Rodríguez y su colega proponen ir a buscarla al subsuelo, a sabiendas de que cuanto más se baja, más sube la temperatura. Los ingenieros de la universidad ovetense proponen construir tuberías entre la superficie y las galerías de minas de unos dos kilómetros de extensión, situadas a 500 metros de profundidad (características que presentan la mayoría de las minas asturianas). Como a esas honduras el termómetro marca 30ºC, se bombearía agua a una temperatura de 7ºC, que retornaría a superficie a 12ºC. El líquido, debidamente canalizado, suministraría calefacción y agua caliente a los pueblos situados en las inmediaciones de los pozos, y luego, ya frío, retornaría al fondo de la mina a reiniciar el ciclo.
Estamos hablando de fuentes geotérmicas de muy baja temperatura, a diferencia de otras instalaciones que, a través de tuberías que se hunden miles de metros en el subsuelo, extraen el fluido calentado a más de 120ºC. "Una manera de sacar partido de la energía geotérmica de baja intensidad es convertir las galerías mineras en calderas geotérmicas", señala Rafael Rodríguez. Aunque se trata de un sistema abierto de tuberías, "no existe riesgo de contaminación calórica de los acuíferos", afirma. "Y además", continúa, "no produce emisiones de CO2; es constante, ya que no depende de las variaciones climáticas como otras energías renovables; y puede inyectarse directamente en los hogares, piscinas, piscifactorías y otro tipo de edificios". El proyecto aún no ha salido de la mesa de trabajo, si bien los datos han sido elaborados conforme a mediciones efectuadas en minas que todavía están abiertas, relativas a la ventilación, la composición de las rocas y a otras cualidades valiosas de cara al diseño de los circuitos, aseguran los investigadores. Los detalles se encuentran especificados en la publicación Renewable Energy. A sus autores les queda por delante convencer a los posibles inversores que se trata de una iniciativa rentable.
Fuente: por Pablo Francescutti en Soitu.es (cc)
Foto: Planta geotérmica de Nesjavellirm, Islandia
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