Camino al Protocolo de Copenhague, un discurso para recordar...

Próximos a la Cumbre de Copenhague 2009 (CO15), queremos recordar el discurso que la niña Severn Cullis-Suzuki pronunció en la ONU hace más de una década. En 1992, a la edad de 12 años, Suzuki-Cullis recaudó dinero con otros niños para asistir a la Cumbre de Medio Ambiente y Desarrollo "The Earth Summit", celebrada por la ONU en Río de Janeiro

Cullis-Suzuki presentó en dicha conferencia, ante los representantes de la ONU, un discurso conteniendo cuestiones ambientales desde la perspectiva de los jóvenes, donde luego de su lectura por ella misma fue aclamada. En 1993 fue reconocida en el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente “Global 500 Roll of Honour”.

Comenzó su activismo a los nueve años, mientras asistía a la escuela primaria, donde fundó la Organización Infantil del Medio Ambiente (Environmental Children's Organization - ECO), un grupo de niños dedicados a enseñar a otros jóvenes diversos temas sobre medio ambiente.  En 1993, Doubleday publicó su libro Decirle al mundo, 32 páginas de medidas ambientales para las familias. En 2002 se graduó en la Universidad de Yale con una Licenciatura en Ecología y Biología Evolutiva. En 2004 se inscribió en un curso de postgrado en la Universidad de Victoria para estudiar Etnobotánica con Nancy Turner.

Este es el discurso traducido al castellano:

Hola, soy Severn Suzuki y represento a ECO (Environmental Children's Organization). Somos un grupo de niños de 12 y 13 años de Canadá intentando lograr un cambio: Vanessa Suttie, Morgan Geisler, Michelle Quigg y yo. Recaudamos nosotros mismos el dinero para venir aquí, a cinco mil millas, para decirles a ustedes, adultos, que deben cambiar su forma de actuar. Al venir aquí hoy, no tengo una agenda secreta. Lucho por mi futuro.

Perder mi futuro no es como perder unas elecciones o unos puntos en el mercado de valores. Estoy aquí para hablar en nombre de todas las generaciones por venir. Estoy aquí para hablar en defensa de los niños hambrientos del mundo cuyos lloros siguen sin oírse. Estoy aquí para hablar por los incontables animales que mueren en este planeta porque no les queda ningún lugar adonde ir. No podemos soportar no ser oídos.

Tengo miedo de tomar el sol debido a los agujeros en la capa de ozono. Tengo miedo de respirar el aire porque no sé qué sustancias químicas hay en él. Solía ir a pescar en Vancouver, mi hogar, con mi padre, hasta que hace unos años encontramos un pez con cáncer. Y ahora oímos que los animales y las plantas se extinguen cada día, y desaparecen para siempre.

Durante mi vida, he soñado con ver las grandes manadas de animales salvajes y las junglas y bosques repletos de pájaros y mariposas, pero ahora me pregunto si existirán siquiera para que mis hijos los vean.

¿Tuvieron que preguntarse ustedes estas cosas cuando tenían mi edad?

Todo esto ocurre ante nuestros ojos, y seguimos actuando como si tuviéramos todo el tiempo que quisiéramos y todas las soluciones. Soy sólo una niña y no tengo soluciones, pero quiero que se den cuenta: ustedes tampoco las tienen.

No saben cómo arreglar los agujeros en nuestra capa de ozono. No saben cómo devolver los salmones a aguas no contaminadas. No saben cómo resucitar un animal extinto. Y no pueden recuperar los bosques que antes crecían donde ahora hay desiertos.

Si no saben cómo arreglarlo, por favor, dejen de estropearlo.

Aquí, ustedes son seguramente delegados de gobiernos, gente de negocios, organizadores, reporteros o políticos, pero en realidad son madres y padres, hermanas y hermanos, tías y tíos, y todos ustedes son hijos.

Aún soy sólo una niña, y sé que todos somos parte de una familia formada por cinco mil millones de miembros, treinta millones de especies, y todos compartimos el mismo aire, agua y tierra. Las fronteras y los gobiernos nunca cambiarán eso.

Aún soy sólo una niña, y sé que todos estamos juntos en esto, y debemos actuar como un único mundo tras un único objetivo.

Estoy enfadada, pero no estoy ciega; tengo miedo, pero no me asusta decirle al mundo cómo me siento.

En mi país derrochamos tanto… Compramos y desechamos, compramos y desechamos, y aún así, los países del Norte no comparten con los necesitados. Incluso teniendo más que suficiente, tenemos miedo de perder nuestras riquezas si las compartimos.

En Canadá vivimos una vida privilegiada, plena de comida, agua y protección. Tenemos relojes, bicicletas, ordenadores y televisión.

Hace dos días, aquí en Brasil, nos sorprendimos cuando pasamos algún tiempo con unos niños que viven en la calle. Y uno de ellos nos dijo: “Desearía ser rico, y si lo fuera, daría a todos los niños de la calle comida, ropa, medicinas, un hogar, amor y afecto”.

Si un niño de la calle que no tiene nada está deseoso de compartir, ¿por qué nosotros, que lo tenemos todo, somos tan codiciosos?

No puedo dejar de pensar que esos niños tienen mi edad, que el lugar donde naces marca una diferencia tremenda. Yo podría ser uno de esos niños que viven en las favelas de Río; podría ser un niño muriéndose de hambre en Somalia; un niño víctima de la guerra en Oriente Medio, o un mendigo en la India.

Aún soy sólo una niña, y sé que si todo el dinero que se gasta en guerras se utilizara para acabar con la pobreza y buscar soluciones medioambientales, la Tierra sería un lugar maravilloso.

En la escuela, incluso en el jardín de infancia, nos enseñan a comportarnos en el mundo. Ustedes nos enseñan a no pelear con otros, a arreglar las cosas, a respetarnos, a enmendar nuestras acciones, a no herir a otras criaturas, a compartir y a no ser codiciosos.

Entonces, ¿por qué fuera de casa se dedican a hacer las cosas que nos dicen que no hagamos?

No olviden por qué asisten a estas conferencias: lo hacen porque nosotros somos sus hijos. Están decidiendo el tipo de mundo en el que creceremos. Los padres deberían poder confortar a sus hijos diciendo: “todo va a salir bien”, “esto no es el fin del mundo” y “lo estamos haciendo lo mejor que podemos”.

Pero no creo que puedan decirnos eso nunca más. ¿Estamos siquiera en su lista de prioridades? Mi padre siempre dice: “Eres lo que haces, no lo que dices”.

Bueno, lo que ustedes hacen me hace llorar por las noches. Ustedes, adultos, dicen que nos quieren. Los desafío: por favor, hagan que sus acciones reflejen sus palabras.

Gracias.

Fuente: CambioClimatico.com en Facebook, Wikipedia (cc)

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Contra al Cambio Climático ACCION de Greenpeace

Imagen de pgentile

Esta acción es un llamamiento de urgencia al mayor responsable del Gobierno para que además de hablar, también actúe contra el cambio climático. “Zapatero, paremos el cambio climático” es el lema de la pancarta que los activistas han desplegado.
Estos dos activistas encaramados en lo alto del obelisco son Estrella y Vicenç, los protagonistas de la campaña de Greenpeace  Activistas por el clima puesta en marcha hace dos semanas. En esta campaña dos activistas reales de la organización cuentan día a día, a través de Internet y las redes sociales, sus vivencias en primera persona, tanto cuando realizan acciones como en su vida diaria. Estrella es una enfermera madrileña de 29 años y Vicenç es un joven mallorquín que estudia biología en Barcelona.

“No podemos decirlo ni más alto ni más claro: Zapatero actúa contra el cambio climático“ ha declarado Vicenç. “Yo me dedico a cuidar a las personas, pero serán millones las que padecerán hambre, sed, y enfermedades si los jefes de Gobierno, como Zapatero, siguen sin hacer nada para cambiar las cosas”.- ha declarado Estrella. “Yo asumo mis responsabilidades y espero que el presidente del Gobierno haga lo mismo”.

El pasado día 20 los ministros de economía no consiguieron ningún acuerdo sobre la cantidad de dinero que la UE debe aportar a los países en desarrollo para que estos puedan adaptarse y combatir el cambio climático. Al día siguiente, sus homólogos de medio ambiente tampoco consiguieron alinear sus propuestas con las recomendaciones científicas respecto a la reducción de emisiones.

Son los jefes de Estado, el próximo 29-30 de octubre en Bruselas, quienes tienen la última palabra. José Luis Rodríguez Zapatero dispone, por lo tanto, de la última oportunidad para demostrar que hace algo para conseguir que la propuesta que la UE lleve a Copenhague en diciembre a la cumbre del clima sea, como mínimo, la propuesta de países como Reino Unido, Bélgica, Holanda, Suecia y Dinamarca. Ellos apuestan por reducciones del 30% para 2020, respecto a los niveles de 1990, de manera unilateral y no condicionada. Rodriguez Zapatero no sólo debe acatar lo que la UE decida, sino que tiene que dar un paso al frente y liderar una propuesta, como la de Noruega con un compromiso unilateral de reducir un 40% las emisiones.

“Si el Presidente del Gobierno se doblega ante Miguel Sebastián, que quiere subvencionar el cambio climático dando dinero público para quemar carbón, y permite a Elena Espinosa que siga sin hacer ni decir nada respecto de la posición española en el debate europeo de cara a Copenhague, estará demostrando que sus palabras en Naciones Unidas fueron huecas”, ha declarado Raquel Montón, responsable de la campaña de energía y cambio climático de Greenpeace. “Cuando lo que se decide es el futuro del planeta la abstención no cabe. O se está en le camino de la ciencia con países como Reino Unido y Holanda o fuera de él como Polonia y Eslovenia ”
 

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